25 mar 2009

::noticias de ecologia::

::ENERGIA RENOVABLE::

Es la obtenida de fuentes naturales capaces de regenerarse, y por tanto virtualmente inagotables, como por ejemplo:

El Sol: energía solar
El viento:
energía eólica
Los ríos y corrientes de agua dulce:
energía hidráulica
Los mares y océanos:
energía mareomotriz
La materia orgánica:
biomasa
El calor de la Tierra:
energía geotérmica

Las energías renovables se consideran como "energías alternativas" al modelo energético tradicional, tanto por su disponibilidad (presente y futura) garantizada (a diferencia de los
combustibles fósiles que precisan miles de años para su formación) como por sus menor impacto ambiental; aunque en algunos casos éste puede ser muy grande, como el causado por la "presa de las tres gargantas", recientemente finalizada en China y que propició el desplazamiento de millones de personas y la inundación de muchos km2 de tierras.


Nuevo récord en emisiones de CO2

Las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), principal gas responsable del efecto invernadero, han llegado a su máximo nivel en los últimos 50 años, según mediciones al respecto que se acaban de dar a conocer.
Datos de la estación de monitoreo estadounidense en Hawaii, considerados los más confiables, indican que las acumulaciones atmosféricas de CO2 aumentaron en un 20 por ciento en el período señalado. Pieter Tans, director del laboratorio, declaró al servicio de noticias británico BBC que es preocupante que se haya registrado una concentración atmosférica sostenida de CO2 desde 1958, período de auge industrial.
Las mediciones se iniciaron en la estación científica del volcán Mauna Loa, ubicada a 3 500 metros de altura, un punto ideal para ello. Uno de los factores que puede incidir en el mayor nivel CO2 en la atmósfera, es una menor absorción de ese gas por las plantas, sin embargo, la causa principal es la acción humana, manifestó Tans.
El efecto invernadero es un proceso natural en la Tierra, el problema se presenta cuando se superan las concentraciones normales de CO2 en la atmósfera que inducen el recalentamiento de la temperatura terrestre.
Estados Unidos es el mayor emisor de gases responsables del calentamiento global, pero el presidente George W. Bush rechazó en 2001 el Protocolo de Kyoto, mecanismo internacional para frenar el cambio climático. Bush pretextó que el documento perjudicaba la economía estadounidense y que no exigía a las naciones en desarrollo que redujeran sus emisiones. El protocolo de Kyoto entró en vigor el 16 de febrero último, pero la ausencia de Estados Unidos significa un duro golpe para lograr sus objetivos.
Los efectos del cambio climático ya comienzan a experimentarse, con sequías, inundaciones, derretimientos de glaciares, temperaturas récord, aumento sostenido de las precipitaciones y del nivel del mar. En los últimos cien años el nivel del mar subió alrededor de 15 centímetros; los años más calientes entre 1961 y el 2003 fueron 1998, 2003, 2002, 2001, 1997, 1995, 1990, 1999 y 2000 en ese orden. Los años más calientes, ocurrieron a partir de 1987 y ocho de ellos tuvieron lugar desde la década de los 90.


El cielo, a punto de encenderse

El lunes 6 de diciembre comienza en Buenos Aires (Argentina), la décima conferencia de los países miembros de la
Convención Marco sobre Cambio Climático. Se calcula que unas 6 mil personas convergerán en esa ciudad para debatir sobre las evidentes alteraciones en el clima planetario, las medidas urgentes que son necesarias para revertirlo y las opciones energéticas que deben ensayarse en el futuro próximo.
Este décimo encuentro tiene lugar bajo circunstancias muy particulares, tanto a nivel global como en el caso específico de América Latina. La evidencia científica sobre el aumento de la temperatura promedio del planeta a estas alturas es irrebatible, y la causa principal son acciones humanas diversas que generan gases con un "efecto invernadero" que altera el clima global.
Muchos considerarán que en la coyuntura actual no se debe insistir con un "tema ambiental" ya que las urgencias giran alrededor de nuevos temas como el militarismo, el unilateralismo de Estados Unidos o la guerra en el Medio Oriente. En América Latina hay otros que insisten que la prioridad es la pobreza o la deuda externa, y por lo tanto las cuestiones ambientales son un lujo que deben esperar para después.
Si se observa con atención se verá que es evidente que el movimiento ambientalista es consciente de problemas como la seguridad mundial y la crisis de la pobreza en América Latina. Pero también afirma que el cambio climático es uno de los problemas críticos que nos toca vivir en la actualidad; es más: alerta de que si no se toman medidas concretas, algunas cuestiones actuales, como el hambre, seguramente se agravarán en muchos sitios.
El llamado "efecto invernadero" se debe a la acumulación de gases que incrementan la retención de radiación en la atmósfera y por lo tanto elevan la temperatura media del planeta. Entre los principales gases que originan ese efecto se destacan el monóxido y dióxido de carbono, que provienen de la quema de hidrocarburos desde fuentes diversas como automóviles o fábricas. También ha aumentado la participación de las emisiones debidas a incendios forestales y otros cambios en los usos de la tierra, que generan, en especial, metano.
El aumento de la temperatura ya es evidente en nuestro continente. Por ejemplo se reducen los hielos continentales en los Andes de Sudamérica, tanto en las regiones australes de Chile y Argentina como en glaciares de las alturas andinas de Bolivia, Perú y Colombia. Sin embargo, el "efecto invernadero" no se debe interpretar simplemente como un aumento de la temperatura o veranos más calurosos; el proceso también desencadena que sean más frecuentes los acontecimientos extremos como sequías o inundaciones, y simultáneamente, en algunas áreas aumentarán las lluvias mientras otras se desertificarán.
La conferencia de Buenos Aires afronta por lo tanto un desafío enorme para reducir las emisiones de esos gases, promover medidas para mitigar los efectos negativos que ya estamos sufriendo y buscar alternativas energéticas más limpias. Muchas discusiones girarán alrededor de la inminente puesta en marcha de uno de los instrumentos clave de la Convención, el "Protocolo de Kioto". Arrastrándose su aprobación por años, la adhesión de Rusia ha determinado que el Protocolo entre en vigor en febrero de 2005 y establezca metas obligatorias en la reducción de las emisiones. Desde el punto de vista de la comunidad científica y ambientalista, esas reducciones constituyen medidas todavía insuficientes, pero por lo menos representan los primeros pasos en acciones concretas para no profundizar el camino.
En esos y otros temas el oponente principal es Estados Unidos, que es el primer contaminador global, con aproximadamente el 25% de las emisiones de gases con efecto invernadero. Desde hace años, EEUU rechaza las medidas de reducción propuestas por el Protocolo de Kioto y ha llegado incluso a cuestionar la evidencia del cambio climático. La razón que se invoca una y otra vez es la necesidad de mantener la economía -suponiendo que una reconversión energética implicaría pérdidas millonarias-, y la situación se ha agravado todavía más con la administración Bush y la fuerte influencia de las empresas petroleras.
La postura de Estados Unidos es tan negativa que toda la escala de debate se distorsiona de tal manera que otras posiciones aparecen como moderadas. Se genera así un debate internacional que rodea los temas de fondo y se entretiene con medidas convencionales (como la compra de bosques en el sur para fijar el carbono que se sigue emitiendo en el norte) mientras se siguen acumulando los gases de efecto invernadero.
Los gobiernos de América Latina no parecen comprender la gravedad del problema. Apelan a la excusa de la pobreza para repetir, o al menos intentar repetir, estrategias energéticas que son ineficientes y contaminantes, mientras que también usan idéntica razón para justificar tímidas medidas ambientales. Pero nuestros gobiernos no pueden continuar midiendo sus acciones a partir de las posturas de Estados Unidos; no basta decir que sus posiciones son mejores que las de Washington: es necesario iniciar nuevas estrategias que reviertan significativamente la emisión de los gases invernadero, y en especial ensayen opciones alternativas que permitan continuar con los programas de desarrollo a través de otras fuentes de energía.
No es asunto menor que la sede de la conferencia sea Buenos Aires; Argentina acaba de pasar por una fuerte crisis energética en el pasado invierno, que rápidamente arrastró a los vecinos Chile y Uruguay, con fuertes impactos económicos. Esos y otros ejemplos dejan en evidencia que, en realidad, luchar contra el cambio climático y buscar otras opciones energéticas no sólo es coherente con el desarrollo, sino que también es un deber para proteger nuestro entorno. Ese camino requiere crear estrategias regionales de coordinación energética, que diversifiquen las fuentes y mejoren la eficacia.
Mientras todo esto se discute en Buenos Aires, el efecto invernadero sigue su marcha, y en muchos casos los efectos son acumulativos. Nuestros cielos están a punto de encenderse, y para evitarlo es necesario pasar a medidas concretas de acción. Ya no se puede esperar por lo que hagan otros países. Es necesario que América Latina comience a diseñar su propia estrategia regional.


COMENTARIO:

creo q cada dia nos acabamos mas el mundo
y esto nos esta perjudicando demaciado por
que nosotros podemos morir si seguimos asi
tenemos que crear dinamicas para poder
resktar y hacer un´poco mas de cultura.